Hostigadores y hostigados:
Psiquiatras y psicopedagogos que estudian el fenómeno del acoso escolar encuentran ciertas características comunes entre los chicos que suelen ser blanco de hostigamiento y también entre quienes acostumbran a ejercerlo. Y si bien recalcan que estas características no los definen en sí mismos como hostigadores u hostigados, aseguran que permiten trazar un perfil general de cada grupo.
LAS VICTIMAS
- Suelen ser chicos sobreprotegidos y muy dependientes de sus padres.
- Poseen en general escasas habilidades sociales para salir por sí mismos de la situación que sufren.
- Es frecuente que sean inseguros y tengan una baja autoestima.
LOS VICTIMARIOS
- Generalmente ocupan un espacio de liderazgo dentro del grupo por imponencia física (los varones) u habilidades de manipulación (las chicas).
- Pueden tener, aunque no necesariamente, un temperamento agresivo y dificultades para comunicar sus deseos.
- Con frecuencia son o han sido hostigados en algún momento, tanto en la escuela como fuera de ella.
La ley del silencio
Cada vez que existe acoso escolar, existe también encubrimiento, aseguran los especialistas en acoso escolar mencionando una regla que no parece encontrar excepciones. El fenómeno -sostienen- requiere de un contexto que lo favorezca.
"El hostigamiento en la escuela produce a menudo un contagio social que inhibe la ayuda de la víctima e incluso fomenta la participación del resto del grupo en los actos intimidatorios", dicen desde Bullyng Cero.
"Sucede que los compañeros temen defender al chico hostigado por miedo a pasar a ocupar su lugar. Otros simplemente se divierten ante la humillación de un compañero porque sienten que el agresor hace aquello que ellos mismos no se animan", agregan.
A esa mayoría silenciosa que suele rodear los casos de hostigamiento en las escuelas se le suma el hecho de que las agresiones suelen ser solapadas: se realizan generalmente en contextos donde no hay adultos que puedan intervenir.
Por otra parte, los chicos que suelen ser objeto de acoso por parte de sus compañeros rara vez hablan de ello. "La humillación que sienten refuerza el círculo de silencio y los aleja de la posibilidad de romper con él", afirma la doctora Flavia Sinigagliesi.
De este modo, padres y maestros sólo llegan a advertir el problema cuando éste ha adquirido proporciones evidentes y con frecuencia serias, como depresiones e intentos de suicidio.
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