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jueves, 29 de marzo de 2012

Cyberbullying, la nueva forma del acoso escolar

Cómo los adolescentes utilizan internet y celulares para hostigar a compañeros de aula hasta límites antes impensados.
 
Cuentan que empezó como un broma, quizás un poco más festejada que otras. Pero la broma no tardó en convertirse en rutina entre los compañeros de aula, y más tarde en ataques directos contra su destinatario original: Matías (12), un adolescente con dificultades en el habla. Su mamá dice que comenzó a sospechar que algo pasaba con su hijo en la escuela, cuando de pronto éste ponía cualquier excusa para no ir. Sin embargo recién lo supo varios meses después al encontrar en el celular del chico un aluvión de mensajes injuriantes. Su casilla de correo, que él mismo le mostró al confesarle el problema, también reflejaba las agresiones. La broma había trascendido la escuela hasta convertirse en un persecución incesante. Tras varios intentos por ponerle fin, los padres terminaron por cambiarlo de colegio.

Con todo, un cambio de colegio quizás sea una de las consecuencias menores del acoso escolar, un fenómeno que lleva a muchos adolescentes a profundas depresiones y hasta el suicidio. Y que si bien se registra en las escuelas desde hace tiempo, parece haber encontrado durante estos últimos años en las nuevas tecnologías un medio para saltar los límites del aula.
 
Psiquiatras y psicopedagogos lo conocen como "bullyng" (hostigamiento) y aseguran que es mucho más frecuente y serio de lo que los adultos suelen imaginar. "No son cosas de chicos -dicen-, es una persecución crónica que en algunos estudios vinculan al 50 por ciento de los suicidios adolescentes, y que la tecnología está tendiendo a facilitar". De hecho, esta nueva modalidad, ya tiene nombre propio entre los especialistas. Se la conoce como "cyberbullying" y es objeto de múltiples investigaciones y foros.
 
Fotos y videos injuriantes tomados con celulares y difundidos por internet, mails y mensajes de texto intimidatorios, blogs y fotologs donde se cuelgan agravios y fotos trucadas son los recursos más frecuentes que detectan las escuelas en esta nueva forma de acoso escolar difícil de controlar porque excede su alcance.
 
"Hasta no hace mucho, el acoso terminaba fuera del colegio. Ahora con los celulares e internet no tiene límite. La inmediatez, la masividad y el anonimato que ofrecen estos recursos hacen posible que la situación de hostigamiento pueda durar las 24 horas y convertirse en un verdadero infierno para muchos adolescentes", explica Flavia Sinigagliesi, pediatra del Equipo Bullying Cero Argentina del Centro de Investigaciones del Desarrollo Psiconeurológico (Cidep).
 
DIFICIL DE ADMITIR
 
Compuesto por una psicopedagoga, dos psiquiatras y una docente, el equipo surgió hace tres años como respuesta al número creciente de casos que venían detectando en las consultas, y su propósito es dar contención a un fenómeno del que se habla poco. Y es que las víctimas de él rara vez admiten su problema hasta que éste los supera con consecuencias serias.
 
"Los chicos que suelen ser objeto de acoso por parte de sus compañeros casi nunca lo dicen. La humillación que sienten refuerza el círculo de silencio y los aleja de la posibilidad de romper con él", dice la pediatra.
 
A esto se le suma que muchas veces tampoco los padres quieren admitir que su hijo es víctima de sus propios compañeros.

"La gente llama y pregunta pero no quiere dar su nombre y rara vez llegan a la consulta. Se lo vive en general como algo vergonzoso. Cuando les decimos a los padres que tenemos que hablar con el colegio para poder empezar a resolverlo, te piden por favor que no lo hagas porque temen que la situación se difunda", asegura la doctora Sinigagliesi.

El problema es que "cuando esto llega al consultorio, ya es tarde", advierte la especialista de Bullyng Cero. Para entonces es probable que haya derivado ya en consecuencias médicas. ¿Cuáles son? "Todas aquellas que se asocian habitualmente al stress crónico: irritabilidad, depresión, trastornos del sueño, baja en el rendimiento escolar y hasta un riesgo considerable de suicidio", enumera.

EL ESTIGMA DEL DIFERENTE

Si bien el acoso escolar reconoce ciertos límites de edad -ya que suele registrarse mayormente entre chicos de 11 a 15 años-, no así entre sus víctimas. "El hostigado puede ser cualquiera: un morocho entre rubios, o un rubio entre morochos; siempre es el diferente", mencionan en Bullyng Cero.

No obstante ello, parecen registrarse ciertas características comunes que llevan al grupo a elegir a su víctima entre algunos "diferentes" antes que en otros.

Una de esa características -quizás la más destacada en los estudios sobre el tema- es no tener habilidades sociales. "El más retraído, el más rígido, el que tienen menos capacidad de relacionarse es el que está más expuesto", señalan.

"La primera respuesta a la agresión resulta clave. El que no sabe contestar o se enoja mucho es el que termina siendo blanco del grupo", resaltan por su parte desde el Centro de Investigaciones del Desarrollo Psiconeurológico.

Otra de las características que incide es el hecho de manejarse sólo. El que no tiene un grupo que lo ampare, aunque sea un grupo marginal, tendría más chances de padecerlo, según destacan diferentes estudios.

En general suelde darse también que los chicos hostigados sean chicos sobreprotegidos por sus familias. Esto -entiende la doctora Sinigagliesi- "se explica en la medida de que un chico sobreprotegido desarrolla menos recursos para defenderse por sí mismo y resolver la situación".

DE VICTIMA A VICTIMARIO

Contrariamente a lo que suele pensarse, el adolescente hostigado no es la única víctima de este fenómeno. "El hostigador también es un chico que tiene problemas, porque de algún modo está pendiente de la aprobación de los demás y necesita pisar a alguien para sobresalir", observa la médica.

Al describir el perfil del hostigador, distintos autores lo identifican como "un líder negativo. Mientras que entre las chicas, una de las características principales es su habilidad de manipulación; entre los varones, suele ser el tamaño físico.

"Pueden ser, pero no necesariamente, adolescentes impulsivos o agresivos a veces. Lo que se observa a menudo es que los hostigadores son o han sido hostigados en otros contextos", comentan desde Bullying Cero Argentina.

"Algunas veces los propios chicos hostigados admiten en la consulta que esperan cambiarse de escuela para replicar en otros las mismas conductas que ellos están padeciendo. Y lo terrible es que muchos padres, a los que les duele menos tener un hijo hostigador que uno hostigado, refuerzan ese comportamiento", cuenta Sinigagliesi.

Para la licenciada Mónica Mercuri, integrante de Foros de Opinion, una ONG platense que analiza la crisis de valores desde distintos ámbitos, esto no resulta extraño. "el acoso es un modelo social que los chicos aprenden fuera de la escuela y que dicta que la única manera de ser exitoso es pisarle la cabeza al otro".

"No hay que hablar de acoso escolar, sino simplemente de acoso -dice-. La escuela sólo es una caja de resonancia. Desde que cayeron los códigos de convivencia, la violencia está instalada en todos los ámbitos".

FUENTE: http://www.eldia.com.ar/edis/20070708/informaciongeneral30.htm

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